Introducción
Desde hace décadas circulan profecías y advertencias atribuidas a santos, místicos y videntes sobre un acontecimiento cósmico y espiritual conocido como los Tres Días de Oscuridad. Dentro de esta tradición, algunos relatos señalan que la Virgen María reveló a Sor Lucía dos Santos, la vidente de Fátima, ciertos signos previos y consejos sobre cómo prepararse para este momento decisivo. Aunque estas revelaciones no forman parte oficial de la doctrina de la Iglesia, han inspirado a muchos creyentes a reflexionar sobre la necesidad de conversión y vigilancia espiritual.
¿Qué son los Tres Días de Oscuridad?
Se describe como un período de tres días consecutivos en que el sol dejará de brillar, reinando una oscuridad absoluta sobre la Tierra. Durante este tiempo, fuerzas demoníacas y caídas espirituales se manifestarán, buscando arrastrar a las almas débiles y desprevenidas.
Se dice que la Virgen advirtió a Sor Lucía que el origen de esta oscuridad no sería solamente natural, sino también espiritual: una purificación del mundo, donde los que se mantengan en fe encontrarán refugio en Dios.
Signos previos a la Oscuridad
Según las revelaciones que se atribuyen a la Virgen:
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Un cielo teñido de rojo como señal previa, semejante a sangre o fuego, visible en varias partes del mundo.
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Fenómenos cósmicos extraños, como el oscurecimiento parcial del sol y la luna, estrellas que caen y movimientos inusuales en la bóveda celeste.
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Una sensación de parálisis espiritual y confusión general, donde muchos sentirán miedo y otros se burlarán, sin comprender el aviso divino.
Estos signos serían la última llamada al arrepentimiento y a la oración.
Instrucciones de Preparación según la Virgen
La Virgen le habría revelado a Sor Lucía (y coincidiendo con mensajes a otros videntes como el Padre Pío o Marie-Julie Jahenny) cómo debían prepararse los fieles:
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Velas benditas: Se dice que solo las velas previamente bendecidas por un sacerdote podrán dar luz durante los tres días. Ninguna otra fuente de fuego funcionará.
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Permanecer en casa: No abrir puertas ni ventanas, pues en el exterior reinarán las tinieblas espirituales y demoníacas.
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No mirar afuera: Evitar la curiosidad, porque los demonios imitarán voces de familiares y seres queridos para tentar a salir.
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Oración constante: El rezo del Rosario, el Credo y el Salmo 91 son presentados como escudos de protección.
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Confianza en la Divina Providencia: No ceder al miedo ni a la desesperación, porque la fe será la única muralla contra el poder de las tinieblas.
El Mensaje Oculto: Más que un Castigo, una Purificación
Si bien la profecía parece apocalíptica, su sentido profundo es el de una purificación. La Virgen no anuncia la destrucción total de la humanidad, sino un proceso de limpieza donde los que perseveren en la fe serán preservados para un nuevo amanecer espiritual.
El simbolismo recuerda al Éxodo, cuando Israel fue protegido durante las plagas de Egipto, o al relato de Noé en el arca. Dios permite la oscuridad, pero también da los medios para sobrevivirla.
Reflexión Final
Las revelaciones de la Virgen a Sor Lucía sobre los Tres Días de Oscuridad deben entenderse como un llamado urgente a la conversión personal y a la confianza en Dios. Más allá de si este evento ocurre en sentido literal o simbólico, el mensaje central es claro:
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Mantener la fe viva.
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Preparar el corazón antes que la despensa.
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Vivir en gracia, porque la luz verdadera es Cristo.
La preparación no es solo material (velas, refugio), sino sobre todo espiritual: oración, penitencia y amor al prójimo.
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