El 6 de agosto de 1945, el presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman (1884–1972), reconocido masón del Rito Escocés, ordenó el lanzamiento de la primera bomba atómica sobre Hiroshima. Oficialmente, se justificó como un acto militar para acelerar el fin de la guerra. Pero la fecha, los lugares y los símbolos en juego despiertan otra lectura: la posibilidad de que detrás del hongo atómico se escondiera un ritual masónico-esotérico cuidadosamente planeado.
La fecha: El Día de la Transfiguración de Cristo
El 6 de agosto es la fiesta cristiana de la Transfiguración del Señor, cuando Jesús reveló su gloria divina a los discípulos:
“Se transfiguró delante de ellos; y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.”
— Mateo 17:2
Ese mismo día, un destello cegador, semejante a un “sol en la tierra”, arrasó Hiroshima. ¿Coincidencia histórica o una parodia ritual, donde la luz divina fue sustituida por la luz infernal de la bomba?
Hiroshima y Nagasaki: las ciudades católicas elegidas
Más allá de lo militar, las dos ciudades elegidas tenían una carga espiritual única:
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Hiroshima, cercana al paralelo 34, con una presencia católica minoritaria pero simbólica.
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Nagasaki, bombardeada el 9 de agosto, ubicada en el paralelo 33 —número clave de la masonería— y corazón del catolicismo japonés, donde vivían dos tercios de los católicos del país.
¿Por qué destruir precisamente las ciudades con mayor arraigo católico en Japón? ¿Fue acaso un mensaje oculto contra la fe cristiana en Oriente?
El número 33 y la masonería
El 33 es el grado más alto del Rito Escocés de la masonería, símbolo de iluminación y poder. Que la segunda bomba cayera en el paralelo 33 despierta sospechas de un sello ritual deliberado.
En la Biblia, el 33 aparece en momentos cargados de destino:
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Jacob entró en Egipto con 33 descendientes (Génesis 46:15).
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Cristo fue crucificado a los 33 años, según la tradición cristiana.
La muerte de miles en Nagasaki, ¿fue convertida en un sacrificio simbólico bajo el signo del 33?
Truman y la luz masónica
Harry Truman no era un presidente común: llegó a ser Gran Maestre Masón en Missouri. Para la masonería, la “luz” es un símbolo de conocimiento e iniciación. El lanzamiento de la bomba fue presentado como la llegada de una nueva “luz” para la humanidad: la era nuclear.
Pero esta luz no transfiguraba, sino que destruía. Era la luz de los arcontes, no la de Cristo.
La luz gnóstica y la transfiguración oscura
Para los gnósticos, la verdadera luz proviene del Cristo interior, mientras que el mundo material está gobernado por fuerzas oscuras. El 6 de agosto de 1945, día de la Transfiguración, Truman encendió otra “luz”: la del átomo, una imitación perversa que revelaba la cara oculta del poder humano y sus alianzas secretas.
Hiroshima y Nagasaki se convirtieron en altares atómicos, donde ciencia, política y ritualismo secreto se encontraron.
Conclusión: ¿guerra o liturgia secreta?
La historia oficial habla de estrategia militar. Pero las coincidencias —la fecha cristiana, los paralelos 33/34, las ciudades católicas y la mano masónica de Truman— nos invitan a pensar en otra cosa: un ritual disfrazado de guerra, un mensaje cifrado en fuego y luz dirigido al mundo entero.
“Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto, que no haya de ser conocido y salir a luz.”
— Lucas 8:17
🔍 Fuentes recomendadas para profundizar:
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Archivos históricos de la Gran Logia de Missouri sobre la membresía masónica de Harry Truman.
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Estudios sobre el simbolismo del número 33 en el Rito Escocés.
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Investigaciones teológicas sobre la Transfiguración de Cristo y su significado espiritual.
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Crónicas católicas de Hiroshima y Nagasaki (testimonios de los llamados “milagros de Hiroshima”, donde jesuitas sobrevivieron inexplicablemente al estallido).
👉 Este post no busca dar respuestas definitivas, sino abrir preguntas:
¿fue Hiroshima el inicio de la era nuclear… o el inicio de un ritual global aún en curso?
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