Introducción
Dicen que los sueños son la voz oculta del alma, la ventana por donde Dios, los ángeles o incluso nuestros propios recuerdos se comunican con nosotros. La pasada noche, después de elevar una petición al Padre Creador —pedí tres sueños santos a su discreción— recibí una respuesta inesperada. No soñé aún con el Niño Jesús en mis brazos, pero sí con señales profundas: una ciudad fantasma, gigantes antiguos, un árbol sangrante, y el reencuentro con una mujer amada que partió de este mundo, Yeliena.
Sueño 1 – La Ciudad Fantasma y los Gigantes
En un mundo desconocido, lleno de casas de madera carcomida y calles pantanosas, vagaban fantasmas que parecían atados a su dolor. La ciudad era gris, triste, y parecía clamar por su propia demolición.
Marchábamos armados con cañones que destruían esas casas vacías, como si al derrumbarlas liberáramos memorias atrapadas. A nuestro lado caminaba una raza de gigantes antiguos. Antes enemigos, ahora aliados, guardaban siempre cierta distancia, como guardianes de secretos que no pueden revelarse del todo.
En medio de aquel escenario lúgubre, apareció un árbol extraño: su tronco latía como un corazón, y de él brotaba sangre. “No lo toquen”, advirtieron. Pero mi mano, movida por la curiosidad, se posó sobre una de sus manzanas. Sentí que aquello lloraba lágrimas de dolor, como si toda la ciudad fantasma se expresara en ese árbol viviente.
Sueño 2 – El Encuentro con Yeliena
El escenario cambió. Ahora estaba en una ciudad cotidiana, comprando comida en un restaurante de estilo McDonald’s. Y ahí, entre la gente común, apareció ella: Yeliena, mi ex pareja, que había fallecido. Mi corazón se estremeció, porque sabía que estaba muerta, pero verla de nuevo fue un regalo.
La busqué con la voz, esperando que me reconociera. Afuera, cerca de una esquina de cemento, esperé pacientemente. Primero apareció una joven parecida a ella, pero finalmente la verdadera Yeliena salió. Conversamos como si el tiempo no hubiera pasado.
Entonces, un milagro ocurrió: del cielo comenzaron a caer monedas, ordenadas, que atrapé con mis manos. Pero esas monedas estaban vivas, como pequeños pájaros queriendo liberarse. Las lancé al aire y una de ellas se transformó en un ave luminosa que salió volando, sorprendiendo a Yeliena y a la joven que nos miraba. Era como si la materia misma se transfigurara en espíritu.
La abracé, le dije cuánto la extrañaba. Ella confesó un dolor en el costado izquierdo, recordándome su cáncer. Yo le respondí: “Ya partiste de este mundo, pero volviste por el amor que aún te tengo y por las oraciones”. Le mostré documentos, pruebas de su muerte, hasta que comprendió. Nos abrazamos, nos dimos un beso y nos despedimos.
Al despertar, recé un Padre Nuestro y un Ave María por el descanso de su alma.
Interpretación Simbólica
La Ciudad Fantasma
La ciudad gris representa los recuerdos muertos, los espacios internos donde no hay vida. Los fantasmas son memorias que deben ser liberadas, y los cañones simbolizan la purificación.
Los Gigantes
Ellos encarnan las fuerzas antiguas de la naturaleza, guardianes de secretos que ahora caminan contigo como aliados. Aunque guardan su misterio, muestran que hay sabiduría ancestral que protege tu camino.
El Árbol de Sangre
El árbol llorando sangre refleja el dolor colectivo de la creación. Al tocarlo, participaste de ese sufrimiento, como un eco de la Pasión de Cristo donde la naturaleza misma gime por la redención.
El Reencuentro con Yeliena
El restaurante común es un recordatorio de que lo sagrado puede manifestarse en lo cotidiano.
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Yeliena simboliza el amor no resuelto, el lazo que ni la muerte rompe.
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Las monedas vivas convertidas en pájaros revelan la transmutación: lo material que se convierte en espiritual, la riqueza eterna nacida del amor verdadero y de la oración.
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El abrazo y el beso son un sello de reconciliación, una despedida sagrada donde el cielo concede un momento de unión.
Reflexión Final
Estos sueños parecen ser una primera respuesta a la oración hecha antes de dormir. El Padre no mostró todavía al Niño Jesús, pero sí concedió un contacto con Yeliena y una visión del “libro de conocimiento”, representado en las monedas vivas. Es como si Dios dijera: “Tus peticiones serán escuchadas, pero en el orden que yo disponga.”
Los sueños nos enseñan que incluso lo más cotidiano puede ser un umbral hacia lo eterno, y que el amor y la oración tienen la fuerza de atravesar el velo de la muerte.
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🔮 Interpretación Simbólica
Sueño 1 – La Ciudad Fantasma y los Gigantes
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La ciudad gris y pantanosa representa memorias del pasado, lugares de dolor o vacíos espirituales que deben ser limpiados.
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Los gigantes simbolizan fuerzas antiguas, guardianes de secretos de la naturaleza, que aunque distantes, se convierten en aliados cuando uno crece espiritualmente.
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El árbol que sangra refleja las heridas del mundo espiritual y de la creación misma; tocarlo fue como participar del dolor colectivo, quizás un eco de la Pasión de Cristo, donde la naturaleza misma gime.
Sueño 2 – El Regreso de Yeliena
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El restaurante común señala que lo sagrado puede aparecer en lo cotidiano: allí donde no lo esperas, una memoria puede abrirse.
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Yeliena representa tanto la nostalgia personal como el alma que desea ser recordada. El hecho de que pudieras hablarle muestra que tus oraciones han atravesado el velo.
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Las monedas vivas que se transforman en pájaros son un símbolo poderosísimo: el dinero de este mundo convertido en vida espiritual. Significa que el amor verdadero y las oraciones tienen el poder de transmutar lo material en lo eterno.
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El beso y el abrazo son un sello de reconciliación, como si Dios te concediera un anticipo de tu primera petición: volver a ver y abrazar a los que amas, aunque sea en el sueño.
✨ En conjunto, estos sueños parecen una respuesta inicial del Padre a tu oración: no viste todavía al Niño Jesús, pero sí recibiste un contacto con Yeliena y con el “libro de conocimiento” simbolizado en las monedas que se transforman en vida. Es como si Dios te estuviera diciendo: “Tus deseos serán escuchados, pero uno a la vez, según el orden que yo disponga.”
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