Monday, April 14, 2025

Tres Señales del Invisible: Inteligencias, Energías y Almas que se Manifiestan

 


Introducción:

Hay días en los que lo invisible decide mostrarse, cuando las reglas del mundo físico parecen doblarse para susurrarnos que hay algo más. A veces es un delfín que te mira como si entendiera tus pensamientos, otras veces una ola de energía que te alcanza cuando más la necesitas, y otras… una presencia que nadie más vio. Este es el relato de tres experiencias que viví recientemente y que me dejaron una pregunta latente: ¿Estamos realmente solos en lo que sentimos?


1. Delfines Curiosos: Una Conexión Más Allá de la Vista

delfines


Un día hermoso nos llevó al SeaWorld de Orlando. Nuestra intención era clara: presenciar la interacción entre los delfines y los humanos. Apenas llegamos, ya desde lejos se notaban juguetones, moviendo sus pelotas y juguetes acuáticos por todo el recinto.

Descendimos a la planta inferior, donde un largo cristal de unos 30 pies de ancho nos separaba de ellos. Mis hijos se ubicaron en el centro, y yo decidí quedarme en el extremo izquierdo del área de observación. Desde ahí, pude ver a un delfín que seguía su rutina, pero con una mirada... distinta. Nos observaba. Me pregunté si estos mamíferos habían alcanzado una inteligencia que superaba incluso la humana. ¿Podrían ellos leer nuestras mentes?

Entonces, les dije a mis hijos: “Vengan acá, aquí será la mejor vista”. Ellos, con algo de disgusto por dejar su posición privilegiada, vinieron. Les pedí que confiaran. Y sucedió: el delfín que nos miraba trajo uno de sus juguetes flotantes, lo trabó bajo una roca justo frente a nosotros y luego se dedicó a tratar de liberarlo. Lo hacía con calma, pero lo más impactante era que nos miraba mientras lo hacía, como diciendo: “Esto es para ustedes”.

Más tarde, fuimos a la zona donde los visitantes pueden tocar e interactuar con los delfines. En esa área, había uno en particular que se notaba distinto: lo habían rescatado y cuidado por años. Nos observaba con profundidad, como si analizara quiénes éramos. Pasó varios minutos frente a nosotros sin hacer otra cosa que mirarnos… y nosotros a él.

¿Y si no acababa ahí la experiencia? Al irnos a la sección de los tiburones, pasamos por una gran pecera donde nadaban mantarrayas. Eran majestuosas. Una vez que encontramos buena posición para observarlas, dos de ellas vinieron y se acomodaron frente a mí. No un poco a la izquierda ni a la derecha… justo frente a mí y a mi hijo, como si reconocieran una energía. Se quedaron ahí, en calma.

Fue un día de conexiones invisibles… de mentes que quizás, por unos segundos, se encontraron entre especies.


2. Booster Invisible: La Energía que me Alcanzó en el Umbral de West Palm Beach


Hoy venía manejando de regreso desde Orlando, unas 250 millas más o menos. El viaje fue largo y mi cuerpo arrastraba días de poco descanso y noches cortas. Aunque venía acompañado por mi esposa en la van, ella no es muy amante del volante, y al poco rato de manejar suele agotarse como plastilina bajo el sol —perdóname la comparación, pero así se siente—.

Ya habíamos pasado Stuart, la última parada de descanso que hicimos unas 70 millas atrás. En ese punto, la carretera se me hacía interminable. Los ojos se me cerraban, mis reflejos eran pésimos, y en el fondo pensé: "No llego". Tenía esa sensación de que el cuerpo me estaba traicionando.

Pero entonces, algo inesperado sucedió.

Justo al acercarnos a las afueras de West Palm Beach, sobre la carretera Turnpike, sentí un cambio repentino en mi cuerpo. Mis pupilas ya no ardían de cansancio. La mente se me aclaró como si hubiera tomado dos tazas de café recién hecho. Sentí un impulso, un booster de energía invisible, como si una fuerza externa me hubiese recargado por dentro.

No fue placebo. Lo sentí. Y lo comparé con la misma lucidez que a veces sentimos al entrar en un templo o al abrazar un árbol antiguo.

Ahí mismo, mientras manejaba, empecé a pensar: ¿Será que hay zonas en la Tierra con fuentes de energía libre? ¿Será que nuestro cuerpo electromagnético, ese que tanto ignoramos, es capaz de absorber lo que necesita, justo cuando lo necesita, si estamos receptivos?

Quizás no fue casualidad. Quizás la Tierra misma —o algo en ella— supo que yo necesitaba ayuda para seguir adelante.


3. El Fantasma del SunnyLaundry Center


Este lunes, la vida nos obligó a cambiar la rutina. Nuestra lavadora y secadora se habían dañado, así que decidimos ir a un centro de lavandería pública, algo poco común para nosotros en estos tiempos. Escogimos uno en una zona más familiar, tranquila, pensando en la seguridad de los niños y la comodidad de mi esposa.

Al entrar por la puerta principal, a mi izquierda, vi a un señor alto, de piel negra, con la cabeza casi rapada. No sé si estaba recién afeitada o simplemente peinada al ras, pero fue lo primero que noté en mi barrida visual del lugar, como suelo hacer siempre por instinto de protección.

Di apenas unos pasos, no más de dos o tres, y mientras escaneaba el ambiente, algo me llamó la atención: al volver la mirada al lado izquierdo… el hombre ya no estaba.

Nada había salido, nada había entrado. Mi esposa y los niños venían detrás de mí, y les pregunté si vieron salir a alguien. Me dijeron que no. Me acerqué más, buscando con la mirada entre las máquinas, pasillo por pasillo… nada.

Ese señor simplemente se había desvanecido.

Y lo más extraño era su mirada. Aún la sentía. Me había mirado al entrar, y esa imagen no se me quitaba de la mente. Era como si me hubiera querido decir algo, sin palabras, con los ojos.

Recorrí todo el lugar. No había forma de que se hubiera ido sin que nadie lo viera. Me pregunté si lo que vi fue una persona… o algo más.

¿Habré visto un alma vagabunda? ¿Un espíritu que se manifiesta por segundos en espacios comunes? ¿Por qué a mí? ¿Por qué justo al entrar?

Quizás quería que lo viera. Quizás hay presencias que buscan ojos capaces de notarlas, aunque sea por un segundo. O tal vez fue un mensaje, uno que aún no logro descifrar.


Reflexión Final:

Tres momentos. Tres escenarios distintos. Tres manifestaciones del misterio. ¿Fue todo coincidencia? ¿O será que cuando el alma se encuentra en un estado receptivo, el universo responde?

Quizás los delfines tienen algo que decirnos y solo esperan que aprendamos a escucharlos. Quizás hay zonas del planeta donde la energía fluye más fuerte para sostener a los cansados. Y tal vez… sólo tal vez… los que se fueron aún caminan entre nosotros buscando ser vistos una vez más.

Sea como sea, yo decido mantener los ojos —y el espíritu— abiertos.

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