Introducción
Vivimos creyendo que nuestros pensamientos son propios, que surgen de nuestra mente como frutos de nuestra experiencia. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que gran parte de lo que piensas… no viene de ti? Esta inquietante revelación ha sido explorada tanto en antiguas tradiciones místicas como en teorías modernas sobre el campo energético humano.
La estructura energética del ser humano
Según enseñanzas esotéricas y estudios de la psicología alternativa, el ser humano posee una estructura energética piramidal, donde el cuerpo físico es solo la base más densa de una compleja red de capas sutiles: cuerpo mental, emocional, espiritual, y etérico. Dentro de esta estructura, hay nodos que funcionan como antenas receptoras y emisoras de información.
¿Y si la mente no fuera el origen, sino un receptor?
Investigadores y pensadores como Carl Jung, Nikola Tesla, y más recientemente organizaciones como AllatRa han planteado la posibilidad de que el pensamiento es recibido más que creado. Jung hablaba del inconsciente colectivo; Tesla decía que el cerebro era una antena; y muchos sabios de la antigüedad afirmaban que los demonios, o "egregores", susurraban ideas al oído humano.
La trampa invisible: pensamientos como entidades ajenas
Los pensamientos, entonces, podrían estar generados por campos externos, ya sean vibracionales, espirituales o incluso tecnológicos. Esto nos llevaría a reflexionar:
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¿Cuántos de nuestros deseos son realmente nuestros?
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¿Estamos actuando según nuestra voluntad o bajo la programación de una inteligencia externa?
La conciencia como única defensa
Aquel que logra despertar su conciencia puede observar sus pensamientos como algo ajeno. Esta es la base del entrenamiento espiritual de tradiciones como el budismo zen, el sufismo y el gnosticismo: desidentificarse del pensamiento. Solo así se puede tomar el control del “receptor” y elegir qué canal sintonizar.
Conclusión: la guerra por tu mente ya empezó
Vivimos en una batalla energética invisible, donde tu mente es el campo de batalla. Las armas no son físicas, sino simbólicas, emocionales, y mentales. El que no lo ve, es víctima. El que despierta, se convierte en guerrero.
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