Introducción Desde hace décadas, se nos ha enseñado que el cáncer es un fenómeno celular que surge por mutaciones genéticas. Sin embargo, ¿qué pasaría si esta narrativa ocultara una verdad más antigua… y más incómoda? En 1891, el Dr. J. Collins Warren, reconocido médico del Boston Medical and Surgical Journal, publicó un artículo titulado “El origen parasitario del cáncer”. Años después, documentos soviéticos analizados por la CIA en 1950 reforzaron esa posibilidad: ciertos tumores malignos comparten similitudes bioquímicas con parásitos intestinales. ¿Coincidencia? ¿Error? ¿O una verdad enterrada?
El artículo olvidado de 1891
J. Collins Warren, pionero en cirugía y medicina académica, propuso algo radical en su época: que el cáncer podría ser causado por organismos parasitarios. Según su análisis, ciertos tumores presentaban comportamientos celulares similares a los de organismos vivos no humanos. En lugar de células humanas mutadas, Warren consideraba que había entidades invasoras en acción. La medicina moderna lo tildó de obsoleto… pero ¿fue realmente desacreditado?
Documento confidencial desclasificado de la CIA (1950)
En un informe clasificado titulado “Biochemical Resemblance Between Endoparasites and Malignant Tumors” del Profesor V.V. Alpatov, publicado en Leningrado y luego interceptado y analizado por la CIA, se observa lo siguiente:
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Los parásitos intestinales y los tumores cancerígenos compartían una fuerte afinidad por el glucógeno, una característica común a células malignas.
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Ambos tipos de tejidos mostraban estructuras anaeróbicas, es decir, que sobreviven sin oxígeno.
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En un experimento citado, tejidos tumorales y parásitos mostraban reacciones idénticas a ciertos compuestos químicos, algo que sugería una origen común o mimetismo biológico.
Estos documentos no son teorías modernas: fueron escritos por expertos médicos y científicos de la época y clasificados como información sensible durante la Guerra Fría.
¿Por qué ocultar esta información?
Si los parásitos están implicados en el cáncer, eso abre la puerta a tratamientos alternativos no farmacéuticos, basados en la eliminación de organismos infecciosos y limpieza del sistema digestivo. Esto colapsaría la industria del cáncer, estimada en más de 200 mil millones de dólares anuales. Además, implicaría que el cáncer no siempre es una sentencia genética, sino el resultado de una infección crónica no tratada.
Conexiones espirituales y bíblicas
Muchos textos antiguos se referían al mal que consume desde adentro. ¿Podría la idea del “gusano que no muere” mencionada en el Evangelio de Marcos 9:48 estar vinculada simbólicamente a parásitos reales que habitan en el cuerpo humano? La enfermedad como castigo, como posesión o como prueba, siempre estuvo ligada a fuerzas invisibles.
¿Y ahora qué?
La ciencia moderna rara vez explora esta teoría. Pero eso no significa que esté errada. Quizás sea momento de revisar los archivos olvidados y plantearnos nuevas preguntas. Porque la verdad a veces no se oculta… simplemente se ridiculiza hasta que es olvidada.
Referencias visibles en las imágenes:
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J. Collins Warren, M.D., Boston Medical and Surgical Journal, 1891.
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Prof. V. V. Alpatov, Príroda Vol. XXXX, No. 10, Leningrado, 1950 – Documento de la CIA desclasificado en 2011 (CIA-RDP80-00809A000600380033-3).
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