Tuesday, March 25, 2025

🌧️ El día que el cielo escuchó nuestras oraciones – Bitácora desde los Cayos de Florida

 Durante semanas, el sur de la Florida —y en especial los Cayos— vivieron una sequía severa. No caía una sola gota de agua desde hacía meses, y como era de esperarse, el suelo, la vegetación y el aire mismo comenzaron a cambiar. Todo estaba seco… hasta que llegó el fuego.

El día que el cielo escuchó nuestras oraciones – Bitácora desde los Cayos de Florida


🔥 El fuego en la entrada de los Cayos

Alrededor del 18 de marzo de 2025, comenzaron los incendios en el norte de Cayo Largo, justo en el punto donde los Cayos se conectan con el mainland de Florida, cerca de Homestead. El humo espeso lo cubría todo. Las llamas obligaron al cierre de las principales vías de acceso: la US-1 y la Sound Road quedaron bloqueadas por varios días.

No era solo un bloqueo físico. Era una barrera emocional: la impotencia de no poder escapar, de ver cómo el fuego consumía árboles, nidos, y hacía huir aves desorientadas en busca de un cielo más limpio.

🌫️ Conducir entre humo y cenizas

Una mañana, mientras manejaba hacia los Cayos a eso de las 6:00 a.m., me encontré con lo que parecía una neblina. Pero no era la neblina de la humedad costera… era humo. El tipo de humo que no te deja ver más allá de unos metros, y que convierte un trayecto a 60 mph en una ruleta de nervios.

Los incendios ya no ardían con furia, pero el humo persistía. Como un fantasma de lo que había pasado… o lo que aún seguía ardiendo tierra adentro, oculto del ojo humano.

☁️ Cielos sin nubes y rastros químicos

Mientras todo esto ocurría, uno busca señales en el cielo. Nubes, humedad, viento favorable… pero lo que vi fue otra cosa. Chemtrails.

Aviones a gran altitud, dejando esas líneas artificiales que se desvanecen lento, afectando la formación de nubes naturales. Día tras día los vi. Cuando alguna nube parecía formarse sobre el mar, los rastros tóxicos la hacían desaparecer. ¿Coincidencia? Quizás. Pero el cielo, que debería darnos alivio, se volvía un enemigo silencioso. Gris. Controlado.

🙏 La oración como último recurso

Fue entonces cuando me rendí. No a los fuegos. No al humo. Me rendí en humildad al Creador. Comencé a orar.

No fue una oración espectacular ni llena de palabras bonitas. Fue simple. Fue desde el corazón. Le pedí a Dios que humillara a los que destruyen la creación, que rompiera sus planes oscuros, que no permitiera que los bosques fueran ceniza sin justicia. Le pedí una gran lluvia, una que ni toda la flota de aviones y químicos pudiera detener. Una lluvia cargada de misericordia y respuesta.

Oré por casi 7 días, cada noche, cada amanecer.

🌧️ La respuesta llegó

Hoy, 25 de marzo de 2025, cayó la lluvia.

Después de meses sin agua, después de días de humo, y después de oraciones sinceras… cayó agua del cielo. No era una llovizna común. Era una de esas lluvias que limpian. Que apagan fuegos. Que acarician la tierra sedienta.

Y aunque la temporada oficial de lluvias en el sur de Florida no comienza hasta mediados de mayo, hoy cayó agua bendecida. No por calendario. No por suerte. Cayó por oración.

📜 Para futuras generaciones

Dejo este testimonio como una bitácora digital. Una constancia viva de que las oraciones son escuchadas, incluso si los que controlan el cielo creen tener todo bajo su poder. No están solos allá arriba.

Ellos escuchan. Ellos responden.

Y si alguna vez el cielo se oscurece sin nubes, recuerda esto: las verdaderas nubes no necesitan aviones ni tecnología. Solo necesitan fe.

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