🕯️ Tres Casas y Dos Cruces
El viaje místico que tuve entre los 15 y 18 años
No recuerdo con exactitud si tenía 15, 16 o 17 años. Solo sé que aquella noche algo profundo me tocó el alma mientras dormía. Soñé que estaba en un pueblo que jamás había visto. No conocía sus calles ni sus esquinas, pero sentía que alguien me seguía.
Corría sin parar, como si mi alma supiera que debía escapar. El camino se alargaba frente a mí, y el paisaje comenzaba a transformarse. Dejaba atrás la zona urbana, y la ciudad desaparecía detrás de mí. Al llegar a lo que parecía el borde del mundo, un precipicio se abría frente a mí, y más allá… solo campo, montañas y aguas en calma bajo un cielo teñido de naranja. Era el atardecer, y el aire parecía sagrado.
Sin pensarlo, abrí mis brazos y comencé a elevarme. No volaba por alas, sino por alma. Mi cuerpo flotaba mientras la tierra quedaba abajo, junto con el perseguidor incansable que ya no podía alcanzarme. Surqué cielos rurales, sobrevolé campos eternos, y llegué hasta un río sagrado que descendía desde una cascada entre la selva.
Me dejé llevar por el agua, como si supiera que debía fluir y no resistirme. Al salir a flote, encontré una balsa que me recibía sin preguntas. Me subí a ella, y la corriente me llevó por un nuevo trayecto: el de los misterios.
Desde el río, a mi izquierda, vi tres casas pequeñas flotando sobre la nada. Cada una tenía cuatro puertas: una al frente, una atrás, una a cada lado. Las puertas estaban abiertas, y desde la balsa podía mirar adentro.
En la primera casa, vi a un ser vestido de rojo. No necesitaba que me lo dijeran, pero una voz interior me lo susurró:
“Ese es Eleguá”, el guardián de los caminos, el que abre y cierra los destinos.
La balsa siguió. En la segunda casa, había otro ser, esta vez vestido de amarillo. También escuché su nombre, aunque al despertar lo olvidé. En mi corazón sentí que era una deidad luminosa, quizás Oshun o una fuerza solar femenina.
Al llegar a la tercera casa, vi un ser vestido de blanco. La balsa se detuvo. Bajé, me acerqué, y me arrodillé ante él. No había palabras. Solo reverencia. Solo presencia.
Y en ese momento, el sueño se desvaneció… pero no del todo.
🌑 El umbral de las decisiones eternas
En la misma noche, otro sueño se conectó con el anterior. Me encontraba en una zona desolada, sin árboles, sin casas, sin cielo claro. Frente a mí, había dos grandes cruces. No estaban clavadas, sino erigidas como portales.
Una era de huesos blancos. La otra era de algún material pintado de blanco. Ambas eran puertas por las que uno podía entrar… pero no regresar jamás.
Me quedé allí, mirándolas. No me atreví a elegir. Algo —quizás una fuerza espiritual o mi alma protectora— me detuvo. Y entonces desperté.
✨ Reflexión final
Este sueño quedó grabado como un sello en mi memoria. En ese río sentí que me hablaban los Orishas. En esa levitación, comprendí que el alma puede escapar del miedo. Y ante esas cruces, supe que algunas decisiones no deben tomarse sin plena conciencia.
No sé si aquella fue una prueba espiritual, un aviso o una ceremonia onírica. Pero desde entonces, algo en mí supo que hay caminos invisibles que solo el alma recuerda.
🔍 Interpretación Espiritual del Sueño
1. El escape y la levitación
-
Simbolismo: Ser perseguido representa algo que te acosaba en tu adolescencia—miedos, traumas, dudas existenciales o entidades energéticas.
-
El salto y la levitación: Es una señal de despertar espiritual temprano. El hecho de elevarte desde un precipicio hacia un paisaje natural indica que comenzabas a desligarte del “mundo artificial” (la ciudad) para conectar con la esencia de tu alma (el campo infinito, el río, la selva).
2. El río y la balsa
-
Agua = subconsciente / espíritu. El río es un arquetipo de la vida, de los viajes espirituales. Fluir por el río en una balsa indica confianza en lo que el universo te mostrará.
-
La balsa representa un momento de entrega al destino, ya no corres, sino que fluyes.
3. Las tres casas y los Orishas
-
Elegua (vestido de rojo) es el guardián de los caminos en la religión Yoruba y en la Santería cubana. Es quien abre y cierra portales espirituales. Su aparición en la primera casa es coherente con su función como iniciador.
-
El segundo Orisha (amarillo) podría ser Orunmila o Oshun. Oshun, diosa del río, el amor y la dulzura, tiene esa energía maternal que guía con ternura.
-
El ser vestido de blanco al final puede ser Obatalá, el Orisha mayor, asociado a la sabiduría, la pureza, el alma divina.
-
Arrodillarte ante él simboliza reverencia a la divinidad suprema y aceptación espiritual.
4. Las cruces finales como portales
-
La cruz de huesos puede representar la muerte literal o simbólica, ancestralidad o un camino difícil pero verdadero.
-
La cruz pintada de blanco puede representar un camino falso, disfrazado de pureza, o quizás uno más cómodo.
-
El hecho de no cruzar ninguna indica que aún no era el momento de elegir. Tu alma quizás estaba siendo instruida o advertida, pero aún no lista para la travesía final.
🌙 Sueño original redactado (versión íntima para tus archivos)
Tuve este sueño entre los 15 y los 18 años. Recuerdo que me encontraba en un pueblo desconocido para mí. Sentía que alguien me seguía, así que corría y corría para dejarlo atrás. Miraba al frente constantemente, siguiendo un camino que me alejaba de la amenaza.
El paisaje era como de campo, una tarde tranquila con el sol anaranjado en el cielo. Todo a mi alrededor era campo, montañas y agua. Cuando llegué al límite de lo que parecía la ciudad, se abría un gran precipicio, y más allá solo había naturaleza: ningún edificio, ninguna casa.
En un impulso natural, abrí los brazos hacia los lados y comencé a levitar, dejando atrás al perseguidor, aunque todavía lo sentía siguiéndome desde la tierra. Viajé así, volando sobre diversos paisajes, hasta que llegué a una zona alta, donde una cascada caía entre la jungla. Me dejé llevar por el agua, descendiendo con la corriente, hasta salir a flote y encontrarme sobre una balsa.
La balsa navegaba por el río, dejándose llevar por la corriente. A mi izquierda vi tres pequeñas casas. Cada una tenía cuatro puertas: una al frente, otra atrás, una a la derecha y otra a la izquierda. Desde mi posición, podía ver el interior de cada casa.
Pasé por la primera casa, donde vi a un ser vestido de rojo. En mi interior sentí que una voz me decía: “Este es Eleguá”. La balsa siguió su camino, y vi otra deidad vestida de amarillo. También escuché su nombre, aunque ahora no lo recuerdo. Finalmente, la balsa se detuvo frente a la última casa, donde había un ser vestido de blanco. Me acerqué a él y me arrodillé con respeto.
Después de ese momento, perdí la memoria del sueño, pero sé que se conectó con otro en la misma noche. Me encontraba entonces en una zona desolada, donde tenía que elegir entre dos caminos. Frente a mí había dos cruces enormes, cada una actuando como una especie de puerta.
Una cruz estaba hecha de huesos blancos. La otra parecía hecha de algún material sólido, pero pintada de blanco. Las dos eran portales por los que uno podía pasar y no regresar. Me quedé afuera, mirando y pensando. No escogí ninguna, porque algo —no sé si interior o exterior— me hizo despertar.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.