El cuerpo humano no solo se alimenta de lo que masticamos y tragamos. Somos entidades bioenergéticas, sintonizadas con diversas fuentes de energía que nos rodean, muchas de las cuales ni siquiera consideramos como “alimentos”. En este post, exploraremos las distintas formas de energía que el cuerpo absorbe, desde las más sutiles y fáciles de asimilar hasta aquellas que requieren un metabolismo más complejo. Esta jerarquía energética puede ayudarnos a comprender cómo optimizar nuestra salud, vitalidad y longevidad.
1. Energía Solar – La fuente primaria
El sol es mucho más que luz y calor. Su radiación alimenta nuestro reloj circadiano, fortalece nuestra producción de vitamina D, y regula múltiples funciones hormonales. Estudios han demostrado que la exposición solar en la piel activa la síntesis de óxido nítrico, mejora el estado de ánimo y hasta equilibra el sistema inmunológico.
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Nivel de metabolismo: Casi nulo. Es energía directa, no requiere digestión.
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Forma de absorción: A través de la piel, la retina y los meridianos energéticos.
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Efectos: Activación del metabolismo, regeneración celular, regulación hormonal.
2. Aire – La energía del prana
La respiración es el primer acto de vida. El oxígeno no solo es esencial para el metabolismo celular, sino que el prana (según tradiciones orientales) viaja en él. Respirar conscientemente (respiración diafragmática o técnicas como el pranayama) no solo oxigena el cuerpo sino que alimenta el sistema energético sutil.
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Nivel de metabolismo: Nulo. Absorción directa a través del sistema respiratorio.
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Forma de absorción: Pulmones, y según algunas filosofías, canales energéticos (nadis).
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Efectos: Energía vital instantánea, claridad mental, alcalinización del cuerpo.
3. Agua – El alimento líquido y conductor de energía
El agua no solo hidrata; es el vehículo universal de información biológica. Su estructura molecular responde a frecuencias, emociones y luz solar. Beber agua pura y estructurada ayuda a transportar nutrientes, limpiar desechos y mantener la comunicación intracelular.
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Nivel de metabolismo: Mínimo. Es absorbida directamente por las células y órganos.
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Forma de absorción: Tracto digestivo, piel (baños), mucosas.
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Efectos: Regulación térmica, detoxificación, aumento de energía celular.
4. Frutas – Energía solar bioalmacenada
Las frutas están cargadas de agua viva, azúcares naturales, enzimas y fotones solares. Son el alimento sólido más cercano a la energía solar y el más fácil de digerir entre los sólidos. Además, no dejan residuos tóxicos si se consumen solas y en el momento adecuado.
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Nivel de metabolismo: Bajo. Digestión rápida, ideal en ayunas.
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Forma de absorción: Intestino delgado, con poco esfuerzo gástrico.
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Efectos: Energía rápida, depuración, regeneración celular.
5. Vegetales, brotes y hojas verdes – Fotosíntesis viva
Los vegetales, especialmente los de hoja verde, contienen clorofila, enzimas y minerales esenciales. Tienen una carga energética más densa que las frutas, pero aún conservan alta vibración y agua estructurada, especialmente cuando se consumen crudos o en jugos.
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Nivel de metabolismo: Moderado. Requiere más tiempo que las frutas.
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Forma de absorción: A través del sistema digestivo, especialmente si están licuados.
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Efectos: Alcalinización, limpieza del hígado, remineralización.
6. Granos, nueces y legumbres – Energía compacta
Son semillas que contienen potencial de vida, pero su digestión es más lenta. Necesitan ser activadas (remojadas o germinadas) para facilitar su asimilación. En exceso o mal preparadas, pueden crear fermentación o acidificar el cuerpo.
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Nivel de metabolismo: Alto. Digestión prolongada.
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Forma de absorción: Después de varias horas en el estómago e intestino.
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Efectos: Sostenimiento energético, pero carga metabólica mayor.
7. Alimentos cocidos, carnes y procesados – Energía densa
Aunque aportan calorías, los alimentos cocinados (especialmente las carnes y procesados) son los más difíciles de metabolizar. La cocción destruye enzimas y modifica la estructura de los nutrientes. Su consumo frecuente aumenta la carga tóxica, acidez y envejecimiento celular.
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Nivel de metabolismo: Muy alto. Exige trabajo digestivo y hepático.
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Forma de absorción: Lenta, con residuos metabólicos.
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Efectos: Energía densa, pero baja vibración y gasto biológico elevado.
Conclusión: La dieta energética del futuro
Volver a una alimentación más conectada con fuentes vivas de energía no significa volverse extremista, sino recuperar una visión ancestral y espiritual del cuerpo. El metabolismo humano está diseñado para aprovechar niveles sutiles de energía, desde la luz del sol hasta los alimentos vivos. Escuchar al cuerpo, observar la vitalidad después de cada comida, y reducir progresivamente los alimentos que nos roban energía, puede ser el paso hacia una longevidad consciente.
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