Sunday, February 9, 2025

Sentencia de Pilato

 

(Epístola de Tiberio a Pilato)

Respuesta de César Augusto a Poncio Pilato

El emperador César Augusto respondió a Poncio Pilato, gobernador de la provincia oriental, mediante una epístola en la que dictó sentencia de su puño y letra. Esta carta fue enviada con el mensajero Raab, acompañado de dos mil soldados.

Poncio Pilato


Acusación contra Pilato

César acusó a Pilato de los siguientes crímenes:

  1. Condena injusta de Jesús de Nazaret

    • Pilato permitió que Jesús fuera entregado a los judíos sin un juicio justo.
    • No mostró compasión por un hombre inocente.
    • Aceptó sobornos para dictar la condena.
  2. Crueldad en la ejecución

    • Permitió que Jesús fuera azotado brutalmente.
    • Lo entregó a la crucifixión sin que hubiera cometido delito alguno.
    • Manifestó con palabras una falsa compasión, pero en su corazón lo entregó con indiferencia.
  3. Impacto de su decisión

    • María Magdalena, discípula de Jesús, acudió a César a testificar sobre sus milagros.
    • Jesús había sanado enfermos con el poder de su palabra, demostrando su divinidad.
    • La misma relación enviada por Pilato a César reconocía que Jesús era superior a todos los dioses romanos.

Por estos motivos, César Augusto ordenó la captura de Pilato, quien debía ser llevado ante su presencia, encadenado, para rendir cuentas por su crimen.


Órdenes del Emperador

César dictó una sentencia severa, ordenando:

  1. Ejecutar a todo el pueblo judío por medio de la espada.
  2. Capturar y llevar a Roma como prisioneros a los principales líderes judíos, entre ellos:
    • Arquelao, hijo de Herodes.
    • Filipo, cómplice de Arquelao.
    • Caifás, el sumo sacerdote.
    • Anás, su suegro.
    • Los demás principales de los judíos.

Cumplimiento de la Sentencia

El emisario Raab cumplió con las órdenes del emperador:

  • Pasó a todos los varones judíos por la espada.
  • Las mujeres judías fueron expuestas a los paganos, lo que resultó en una descendencia considerada "engendro de Satanás".
  • Pilato y los demás prisioneros fueron cargados de cadenas y llevados a Roma.
  • Caifás murió de forma violenta en Creta y su cadáver no fue aceptado por la tierra. Los testigos le arrojaron piedras hasta sepultarlo.

Castigo de Pilato y los Judíos en Roma

César, siguiendo la costumbre antigua, prohibió que Pilato lo viera para evitar su posible absolución. Ordenó:

  1. Pilato fue encerrado en una caverna para morir de hambre y abandono.
  2. Anás fue envuelto en piel de buey, la cual se encogió con el sol hasta hacerle expulsar sus entrañas por la boca.
  3. Los principales judíos fueron ejecutados a espada.
  4. Arquelao y Filipo fueron empalados.

Muerte de Pilato

Un día, César salió de caza persiguiendo una gacela. Esta se detuvo frente a la caverna donde estaba Pilato.

  • Pilato intentó mirar al emperador para salvarse.
  • César disparó una flecha contra la gacela, pero el proyectil entró en la caverna y mató a Pilato.

Reflexión Final

"Todos los que creéis que Cristo es el Dios verdadero y Salvador nuestro, glorificadle a Él y engrandecedle, pues le pertenece la alabanza, el honor y la adoración con su Padre sin principio y su Espíritu consubstancial, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén."

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC.

Apendice:


" SENTENCIA DE PILATO (Epistola Tiberii ad Pilatum) 

Esto es lo que contestó César Augusto a Poncio Pilato, gobernador de la provincia oriental. 

El mismo César añadió la sentencia de su puño y letra y se la envió con el mensajero Raab, a quien entregó, además, soldados en número de dos mil: 

 «Por cuanto tuviste la osadía de condenar a muerte a Jesús Nazareno de una manera violenta y totalmente inicua y, aun antes de dictar sentencia condenatoria, le pusiste en manos de los insaciables y furiosos judíos; por cuanto, además, no tuviste compasión de este justo, sino que, después de teñir la caña y de someterle a una horrible sentencia y al tormento de la fagelación, le entregaste, sin culpa alguna por su parte, al suplicio de la crucifixión, no sin antes haber aceptado presentes por su muerte; por cuanto, en fin, manifestaste, sí, compasión con los labios, pero le entregaste con el corazón a unos judíos sin ley; por todo esto, vas tú mismo a ser conducido a mi presencia, cargado de cadenas, para que presentes tus excusas y rindas cuentas de la vida que has entregado a la muerte sin motivo alguno. 

Pero ¡ay de tu dureza y desvergüenza! Desde que esto ha llegado a mis oídos, estoy sufriendo en el alma y siento que se desmenuzan mis entrañas. Pues ha venido a mi presencia una mujer, la cual se dice discípula de Él (es María Magdalena, de quien, según afirma, expulsó siete demonios), y atestigua que Jesús obraba portentosas curaciones, haciendo ver a los ciegos, andar a los cojos, oír a los sordos, limpiando a los leprosos, y que todas estas curaciones las verificaba con su sola palabra 

¿Cómo has consentido que fuera crucificado sin motivo alguno? Porque, si no queríais aceptarlo como Dios, deberíais al menos haberos compadecido de Él como médico que es. Hasta la misma relación astuta que me ha llegado de tu parte, está reclamando tu castigo, ya que en ella se afirma que 

Éste era superior a todos los dioses que nosotros veneramos. ¿Cómo ha sido para entregarle a la muerte? Pues sábete que, así como tú le condenaste injustamente y le mandaste matar, de la misma manera yo te voy a ajusticiar ati con todo derecho; y no sólo a ti, sino también a todos tus consejeros y cómplices, de quienes recibiste el soborno de la muerte». 

 Entregóseles, pues, la carta a los emisarios y, juntamente con ella, la sentencia en que Augusto mandaba por escrito que pasaran por el filo de la espada a todo el pueblo de los judíos y trajeran a Pilato, preso como reo a Roma, y juntamente con él a los principales de entre los judíos (los que eran a la sazón gobernadores): a Arquelao, hijo del odiosísimo Herodes, y a su cómplice Filipo; al pontífice Caifás, y a Anás, su suegro, y a todos los principales de entre los judíos. Así, pues, marchó Rachaab con los soldados e hizo como le había sido ordenado, pasando por la espada a todos los varones de entre los judíos, mientras que las impuras mujeres de éstos quedaban expuestas a la violación de los paganos, con lo que brotó una ralea abominable, como engendro que era de Satanás.

 Después el emisario se hizo cargo de Pilato, de Arquelao y Filipo, de Anás y Caifás, y de todos los principales de entre los judíos, y cargándolos de cadenas, se puso con ellos camino de Roma. Y sucedió que, al pasar por cierta isla llamada Creta, Caifás perdió la vida de una manera violenta y miserable. Tomáronle, pues, para sepultarle, pero ni siquiera la tierra se dignó admitirle en su seno, sino que le arrojaba fuera. Cuando esto vieron los muchos que allí estaban, tomaron piedras con sus manos y las arrojaron sobre el cadáver, dejándole de esta manera sepultado. 

 Existía entre los reyes de la antigüedad la costumbre de que, si un reo de muerte contemplaba el rostro real, se veía libre de su condenación. César, pues, dio las órdenes oportunas para no dejarse ver por Pilato, de manera que no pudiera escapar de la muerte. Así, pues, lo metieron en una caverna, y allí lo dejaron, conforme a las órdenes del emperador. Mandó asimismo que Anás fuera envuelto en una piel de buey; y, al secarse el cuero por el sol, quedó oprimido por él, saliéndosele las entrañas por la boca y perdiendo violentamente su vida miserable. 

A los demás presos judíos los ejecutó pasándolos a filo de espada. Mas a Arquelao, el hijo del odiosísimo Herodes, y a su cómplice Filipo los condenó a ser empalados. Cierto día salió de caza el emperador e iba su persecución de una gacela. Ésta, al pasar por la boca de la caverna [donde estaba Pilato], se paró. Pilato estaba a punto de perecer a manos del César, e intentó fijar en él su mirada; pero, para que se realizara lo que estaba a punto de suceder, la gacela vino a ponerse frente a él; César entonces disparó una flecha con el fin de derribar al animal, pero el proyectil atravesó la entrada de la caverna y mató a Pilato. 

[Todos los que creéis que Cristo es el Dios verdadero y Salvador nuestro, glorificadle a Él y engrandecedle, pues le pertenece la alabanza, el honor y la adoración con su padre sin principio y su Espíritu consubstancial, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.] 

 Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero,BAC

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