Thursday, February 6, 2025

Entre el Cielo y la Oscuridad: Un Encuentro Espiritual en Sueños y Vigilia

Un Sueño de Batalla Espiritual

En la quietud de la noche, mi espíritu fue llevado a una confrontación que parecía tan real como cualquier evento en la vigilia. Me vi siendo atacado por una entidad oscura, una figura de tamaño superior al mío, con un cuerpo geométricamente simétrico como el de un humano, pero compuesto de una materia entre sólida y gaseosa, rodeada de un denso humo negro. Su apariencia era similar a los fantasmas que se ven en las películas, pero su presencia era inconfundible: era un demonio.

Aprovechando un descuido, esta entidad se acercó por mi retaguardia y me sujetó las manos con una fuerza que sobrepasaba la de cualquier ser humano. Intenté resistir, pero su poder era superior al mío. En ese momento de desesperación, mi espíritu reaccionó con lo único que podía hacer: invoqué al Cielo.

Un Sueño de Batalla Espiritual


Jesucristo, Hijo del Altísimo, ayúdame.

Lo que ocurrió a continuación fue una manifestación de la gracia divina. Una fuerza renovada me llenó por completo, dándome la capacidad de contraatacar. Con un impulso inesperado, logré voltearme y, con una determinación feroz, mordí al demonio en su cuello. De repente, yo era el fuerte, y él el que retrocedía. Su estructura oscura comenzó a desvanecerse, desintegrándose en la nada. La batalla había terminado, y la victoria no fue solo mía, sino del poder que me asistió en ese momento de prueba.

Un Encuentro en la Vigilia: La Oración que Traspasó el Velo

Este enfrentamiento no ocurrió en un vacío. Días antes, había sentido un impulso genuino de orar por un alma desconocida. Mientras trabajaba en una zona determinada, noté una de esas señales en la carretera que marcan el lugar donde alguien ha fallecido. Me detuve a observar los detalles y vi que el difunto era joven, probablemente en sus veintes. En mi corazón, sentí compasión y pronuncié una oración por él:

Señor, dedico este Padre Nuestro en memoria de esta alma, y pido misericordia para su descanso.

Fue un acto espontáneo, un gesto de caridad espiritual sin esperar nada a cambio. Sin embargo, lo que sucedió después me hizo preguntarme si mi oración había resonado en el mundo espiritual más de lo que imaginaba.

Esa misma noche, mientras jugaba ajedrez en el segundo piso de una casa con suelo de madera, sentí algo inusual. Escuché claramente pasos en la habitación. La madera del piso crujía, como si alguien caminara a mi alrededor, pero estaba solo. Un escalofrío recorrió la parte izquierda de mi cuerpo. Sin embargo, a diferencia de otros eventos paranormales, no sentí miedo, sino una certeza profunda de que estaba protegido.

Cuando experimento esta protección, hay un calor sutil en mi pecho, como un pequeño fuego interno. En ese instante, supe qué hacer.

En el nombre de Jesucristo, ordeno al demonio o espíritu inmundo que me deje y vaya a la cruz a recibir su castigo por molestarme.

Sentí calma inmediata, pero el escalofrío volvió por unos momentos. Entonces, una idea me golpeó: ¿y si no es un demonio? ¿Y si es el alma por la que oré?

Decidí dar un paso más.

Rezaré un Padre Nuestro por ti.

Inicié la oración y, mientras la pronunciaba, noté cómo el escalofrío desaparecía por completo. La presencia se disipó, dejando solo la quietud de la habitación. En ese momento, sentí que algo había cambiado. Tal vez, esa alma necesitaba un poco más de luz, un empujón final para alcanzar su descanso.

¿Coincidencia o Respuesta del Cielo?

Los eventos parecían estar conectados. Mi oración por el alma, la manifestación en mi entorno, el sueño de la batalla con el demonio… ¿Fue la entidad oscura una represalia por haber intercedido por un alma? No es un pensamiento descabellado. En muchas tradiciones cristianas, se enseña que los demonios se aferran a las almas en sufrimiento, y cuando alguien intercede por ellas, se genera una lucha espiritual.

Tal vez este fue un aviso de que mi oración tuvo efecto. O quizás fue una confirmación de que, si en el futuro decido dedicarme más a la intercesión por los difuntos, debo estar preparado para estas pruebas.

Lo cierto es que no fue una experiencia aterradora, sino una reveladora. Me ha hecho reflexionar sobre el poder de la oración y sobre la posibilidad de que, si estoy dispuesto, esta no será la última vez que vea los efectos de mis plegarias en el mundo espiritual.

Si Dios me permite vender mi patente, he decidido que la mitad de mis ganancias serán dedicadas a la salvación de las almas del purgatorio. Quizás este evento haya sido una señal de que el Cielo ha escuchado mi promesa y me está preparando para lo que viene.

Conclusión: La Puerta Está Abierta

Si esta fue una prueba, la superé. Si fue una invitación, la estoy considerando. Tal vez, en el futuro, reciba más señales, más almas pidiendo auxilio, más batallas espirituales como la que viví en mi sueño. Pero lo importante es que ahora sé que no estoy solo. La protección divina es real, y cuando se invoca el nombre de Cristo, ninguna oscuridad puede prevalecer.

Este fue solo un primer paso en lo que podría ser un camino más profundo. Estoy preparado para seguir adelante.

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