Introducción
El 17 de diciembre se conmemora la festividad de San Lázaro, una de las figuras más icónicas del Nuevo Testamento por haber sido protagonista de uno de los milagros más impresionantes de Jesús: su resurrección tras cuatro días de haber fallecido. La historia de Lázaro no solo demuestra el poder divino de Cristo, sino también su amor y compasión por la humanidad. Hoy recordamos su vida, su relación con Jesús y el profundo mensaje espiritual que su resurrección nos deja.
¿Quién fue Lázaro?
Lázaro vivía en Betania, una pequeña aldea cercana a Jerusalén, junto a sus hermanas Marta y María. Los tres eran amigos cercanos de Jesús, quien, en sus viajes, solía hospedarse en su hogar. La relación de Jesús con esta familia no era solo de hospitalidad, sino de profundo amor fraternal. De hecho, el Evangelio de Juan menciona que Jesús amaba a Lázaro, Marta y María (Juan 11:5).
El Milagro de la Resurrección
El evento más trascendental en la vida de Lázaro ocurre cuando enferma gravemente. Sus hermanas, preocupadas, envían un mensaje a Jesús pidiéndole que regrese y lo sane. Sin embargo, Jesús no responde de inmediato y llega a Betania cuatro días después de la muerte de Lázaro.
Cuando Jesús se encuentra con Marta y María, ambas le expresan su dolor y le dicen que, si él hubiera estado allí, su hermano no habría muerto. Ante el dolor de las hermanas, Jesús se conmueve y llora, mostrando su humanidad y empatía con el sufrimiento humano. Es en ese momento cuando proclama una de las frases más poderosas de la fe cristiana:
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).
Con esta afirmación, Jesús revela su divinidad y el propósito de su misión en la Tierra. Luego, se dirige a la tumba de Lázaro, un sepulcro cerrado con una piedra. Pide a los presentes que muevan la piedra, a lo que Marta responde:
"Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días" (Juan 11:39).
Pese a la lógica humana que indicaba que el cuerpo ya habría comenzado a descomponerse, Jesús insiste. La piedra es removida y, frente a la mirada atónita de todos, Jesús clama con voz fuerte:
“¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11:43).
Entonces, Lázaro sale de la tumba aún envuelto con vendas y el sudario que cubría su cuerpo, pero ahora con vida. Este milagro no solo dejó asombrados a los presentes, sino que también se convirtió en una prueba irrefutable del poder divino de Jesús, desatando una reacción en Jerusalén que llevó a los líderes religiosos a planear la captura de Jesús.
El Significado Espiritual del Milagro
El milagro de la resurrección de Lázaro tiene un profundo significado espiritual para la humanidad. No se trata solo de revivir un cuerpo físico, sino de simbolizar la capacidad de Jesús para dar vida nueva a quienes se encuentran en "la muerte espiritual" causada por el pecado.
En muchas ocasiones, las personas viven con el corazón endurecido, alejados de la fe, atrapados en la desesperanza, el odio, el orgullo o el egoísmo. Así como Lázaro fue liberado de la tumba, Jesús también quiere liberarnos de la muerte espiritual. Él nos muestra que no importa cuán "muertos" estemos en vida, siempre hay oportunidad de resurgir si ponemos nuestra confianza en Él.
El llamado de Jesús:
“¡Lázaro, ven fuera!”
Podría interpretarse como un llamado a cada uno de nosotros. Nos invita a salir de nuestras “tumbas espirituales”, a dejar atrás el pasado, las heridas y el pecado, para caminar de nuevo hacia la luz. Su mensaje es claro: la muerte no tiene la última palabra.
San Lázaro en la Devoción Popular
San Lázaro es venerado en varias tradiciones cristianas, tanto católicas como ortodoxas. Es visto como símbolo de esperanza, resurrección y segunda oportunidad. En algunas regiones de América Latina, especialmente en Cuba, San Lázaro tiene un culto especial, vinculado a la figura de Babalú Ayé, una deidad de la santería asociada con la salud y la curación de enfermedades.
En la tradición católica, San Lázaro simboliza la promesa de la resurrección final. La resurrección de Lázaro es un anticipo del poder de la resurrección de Cristo, que más tarde se confirmaría con su propia resurrección al tercer día.
El Mensaje de Esperanza para Nuestros Días
El milagro de Lázaro nos enseña que, aunque creamos que todo está perdido, Jesús siempre llega a tiempo. Él no llegó cuando Lázaro estaba enfermo, ni cuando había fallecido recientemente. Esperó hasta el cuarto día, cuando, según la creencia judía, el alma ya había dejado el cuerpo y no había esperanza alguna. Sin embargo, Jesús actuó en ese momento de mayor desesperación para demostrar su absoluto poder sobre la muerte.
En la vida cotidiana, muchas veces nos sentimos como Lázaro: atrapados en la oscuridad de una "tumba", ya sea por la tristeza, el miedo, la culpa o los problemas económicos o familiares. Pero Jesús nos recuerda que no estamos solos, que Él está cerca, listo para llamarnos por nuestro nombre y darnos una nueva oportunidad.
Frase clave para recordar:
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).
No importa cuán oscuro parezca el panorama, siempre habrá luz para quienes confían en Él. La vida puede darnos momentos de muerte espiritual, pero Jesús, con su amor y misericordia, nos invita a levantarnos. Su poder no solo puede resucitar cuerpos, sino también restaurar almas.
Lecciones de la Vida de San Lázaro
- La fe y la paciencia: A veces, sentimos que Dios no responde a nuestras oraciones de inmediato. Pero la historia de Lázaro nos enseña que Dios tiene sus tiempos perfectos, y su demora no es abandono, sino parte de su plan mayor.
- El poder de la palabra de Dios: Con solo decir "¡Lázaro, ven fuera!", Jesús devolvió la vida a su amigo. Esto nos recuerda que la palabra de Dios tiene poder para cambiar nuestras vidas si la aceptamos con fe.
- El amor y la misericordia de Jesús: Cuando Jesús lloró ante la tumba de Lázaro, nos mostró que Dios comprende nuestro dolor. Él no es ajeno a nuestro sufrimiento, sino que lo asume con nosotros.
- El llamado a la conversión: Así como Lázaro salió de su tumba, nosotros estamos llamados a salir de la oscuridad de nuestros pecados. Jesús no solo resucita cuerpos, sino que también revive corazones.
Conclusión
La historia de San Lázaro nos recuerda que la muerte no tiene la última palabra. No importa cuán perdida esté una causa, cuán lejana parezca la ayuda o cuán oscuro sea el panorama, Jesús siempre llega a tiempo. Él tiene el poder de resucitar no solo los cuerpos, sino también nuestras almas, relaciones, sueños y propósitos.
Si alguna vez te sientes atrapado en una "tumba", ya sea de tristeza, soledad, falta de esperanza o pecado, recuerda las palabras de Jesús:
“¡Lázaro, ven fuera!”
Ese llamado no fue solo para Lázaro, sino para cada uno de nosotros. No importa cuántos días hayan pasado, ni el mal olor que parezca tener tu situación, Jesús tiene el poder de restaurarte. Solo necesitas creer en Él, aceptar su llamado y confiar en su amor infinito.
Oración final:
"Señor Jesús, tú que resucitaste a Lázaro con solo tu palabra, ten misericordia de mí. Dame la fuerza para salir de mi tumba espiritual y ayúdame a caminar en tu luz. Confío en ti, porque eres la resurrección y la vida. Amén."
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