La Biblia nos invita constantemente a reflexionar sobre la morada de Dios en el corazón humano, recordándonos que no somos simples espectadores de la fe, sino templos vivos donde el Creador habita. Dos pasajes bíblicos particularmente iluminadores sobre este tema son Efesios 2:19-22 y el encuentro de Jesús con los dos discípulos en el camino a Emaús (Lucas 24:13-35).
Efesios 2:19-22: La Edificación Espiritual
El apóstol Pablo escribe en Efesios 2 que los creyentes ya no son “extranjeros ni advenedizos”, sino miembros de la familia de Dios. Aquí encontramos un llamado a la unidad en Cristo:
"Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu" (Efesios 2:19-22).
Este pasaje nos revela que la presencia de Dios no se limita a templos hechos por manos humanas, sino que encuentra su lugar en cada corazón creyente. Como piedras vivas, somos parte de un edificio espiritual que crece en santidad y unidad, cimentado en Jesucristo.
El Camino a Emaús: El Calor del Corazón
El relato del camino a Emaús, narrado en Lucas 24:13-35, complementa maravillosamente esta idea de la presencia divina en el interior del ser humano. En este episodio, dos discípulos caminaban desanimados tras la crucifixión de Jesús, sin reconocer que el Resucitado caminaba junto a ellos. Jesús les explicó las Escrituras y partió el pan con ellos, momento en el cual se les abrieron los ojos y reconocieron que era él.
La clave de este relato se encuentra en sus propias palabras: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24:32). Este "ardor" en el corazón es una manifestación clara de la presencia de Dios que habita dentro del ser humano, encendiéndolo con esperanza, fe y entendimiento.
Reflexión Final
Estos dos pasajes nos invitan a considerar cómo Dios no está lejos, sino que habita en nuestro interior. Efesios 2 nos muestra que somos parte de un edificio espiritual en constante crecimiento, mientras que el camino a Emaús nos recuerda que la presencia divina puede ser experimentada a través del calor del corazón y la iluminación de la Palabra.
Así, la morada de Dios no es un concepto abstracto, sino una realidad tangible que transforma nuestra vida. En cada momento de duda o desánimo, podemos recordar que somos templos vivos y que el Señor camina con nosotros, encendiéndonos con su amor y verdad.
Preguntas para Reflexión:
¿Cómo puedes ser más consciente de la presencia de Dios habitando en ti?
¿De qué manera puedes contribuir al "edificio espiritual" del que habla Pablo en Efesios?
¿Has experimentado algún "calor en el corazón" similar al de los discípulos en Emaús? Si es así, ¿qué significado tuvo para ti?
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.