Introducción: Una frase que esconde un universo
Cuando Jesús declaró:
“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19),
muchos imaginaron piedras, columnas y muros. Pero Jesús hablaba desde un nivel superior, uno donde el templo no es un edificio, sino una realidad viviente.
Hoy, esta revelación ha vuelto a despertar:
Jesús hablaba de Su propio cuerpo… y del misterio que compartiría con nosotros.
I. El Templo que no está hecho por manos humanas
Juan lo explica con claridad sobrenatural:
“Él hablaba del templo de Su cuerpo.”
—Juan 2:21
Aquí yace el secreto:
Cristo sustituye el templo físico con un templo vivo.
No de piedra, sino de carne, espíritu y gloria.
El templo destruido por manos romanas sería reemplazado por un cuerpo que ni la muerte podía retener.
II. El Dominio de Cristo Sobre Su Propio Cuerpo
La revelación central de esta enseñanza no es solo la resurrección…
sino quién controla ese proceso.
Jesús dice algo que quiebra toda teología superficial:
“Nadie me quita la vida;
yo la doy de mí mismo.
Tengo poder para entregarla
y poder para volverla a tomar.”
—Juan 10:18
Aquí se abre un portal espiritual:
✔ Cristo no resucita “reactivándose” de la nada.
✔ Cristo se levanta a sí mismo.
✔ Tiene autoridad sobre Su cuerpo incluso muerto.
✔ Él gobierna sobre la muerte desde adentro.
El templo no fue reconstruido por manos ajenas.
Fue reconstruido por Él desde dentro de la muerte.
III. Cuando el Templo Resucita… el Nuevo Templo Despierta
Tras Su resurrección, algo aún mayor ocurre:
Cristo planta ese mismo poder dentro de nosotros.
Pablo lo revela con filo espiritual:
“¿No sabéis que sois templo de Dios,
y que el Espíritu habita en vosotros?”
—1 Corintios 3:16
Lo que Jesús hace con Su templo…
lo replica en nuestros templos.
Somos ahora:
templos vivientes,
depositarios de la vida eterna,
portadores del Espíritu que resucita muertos.
IV. La Teología Escondida: Resurrección como Modelo para el Ser Humano
El poder que levantó a Cristo no quedó limitado a Él:
“El Espíritu que levantó a Jesús
vivificará también vuestros cuerpos mortales.”
—Romanos 8:11
Esto significa:
✔ Lo que Cristo hace en tres días,
es la plantilla espiritual que aplica a todo aquel que cree.
✔ La muerte no es final, es transición.
✔ El templo no se pierde: se reconstruye.
Cuando Jesús resucitó Su templo,
activó el proceso para reconstruir el nuestro.
V. El Fin del Antiguo Templo y el Nacimiento del Nuevo
En el año 70 d.C. el templo de Jerusalén fue destruido.
Muchos lo interpretan como tragedia.
Pero para quienes ven la teología profunda:
No fue destrucción… fue transición.
El templo físico cumplió su función.
Dios ya no habita en un edificio.
Ahora habita en templos vivos.
En cuerpos donde Él mismo decidió morar.
VI. Jesús no promete reconstruir un edificio: promete reconstruirnos a nosotros
La frase “en tres días lo levantaré” significa:
✔ dominio sobre el cuerpo
✔ dominio sobre la muerte
✔ dominio sobre el tiempo
✔ dominio sobre Su destino
✔ y finalmente… dominio sobre nosotros, Sus templos vivientes
Esta es la revelación que te llegó hoy:
Jesús mostró que la muerte no tiene poder sobre Él,
porque ni muerto dejó de reinar sobre Su templo.
Y si Él vive en ti…
ese mismo destino está escribiéndose dentro de tu ser.
Conclusión: El Misterio del Templo Viviente
El templo que Cristo prometió reconstruir no está hecho de piedras.
Es Su cuerpo.
Es tu cuerpo.
Es el cuerpo de todos los que portan Su Espíritu.
La resurrección no es solo un evento histórico:
es el anuncio de cómo Dios reconstruye lo que el mundo destruye.
Es promesa.
Es diseño.
Es destino.
Y es la certeza de que ni la muerte puede romper el templo que Él habita.
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