Crónica onírica sobre túneles, cambiaformas y el dilema de exterminar lo desconocido
Introducción
El 15 de diciembre de 2025 tuve un sueño que no se disolvió al despertar.
De esos sueños que no gritan, pero susurran verdades incómodas.
No fue una pesadilla: fue una revelación fragmentada, como si alguien hubiese levantado apenas una losa del mundo visible para mostrar lo que se mueve debajo.
Esta es la narración.
La playa donde la ciudad drena sus secretos
Me encontraba en una ciudad costera. La playa no era limpia ni turística: conectaba directamente con el desagüe urbano, ese punto donde la ciudad expulsa lo que no quiere ver.
Allí noté algo inquietante: piedras incrustadas en la arena, casi enterradas.
No eran rocas naturales. Eran cimientos, de los que se colocan antes de levantar una estructura.
Pero no había edificio alguno.
La sensación fue inmediata:
aquí hubo algo… y fue cubierto.
Los túneles circulares
Bajé desde la carretera —que pasaba por encima del desagüe— hacia la arena.
Allí aparecieron túneles redondos, de aproximadamente un metro a metro y medio de diámetro, como conductos diseñados, no improvisados.
Saqué mi celular y activé el flash.
Al mirar dentro, algo se movía.
No era plenamente humano.
El cambiaforma
Lo que vi fue un humanoide, una entidad capaz de imitar la forma humana.
Logré grabarlo.
Me retiré del lugar y volví a la parte alta, desde la carretera.
Entonces ocurrió algo que cambió el tono del sueño.
Una persona se metió a bañar en la playa, demasiado cerca del desagüe.
En segundos fue arrastrada.
Nunca más la vimos.
No hubo gritos.
No hubo rescate.
Solo ausencia.
La cacería
La ciudad entró en estado de alarma.
Se habló abiertamente de entidades no humanas, de animales que imitaban personas.
Se organizó una milicia.
Me ofrecí para participar.
Me asignarían armamento.
Yo elegí el arma: una ametralladora, pensada para entrar a los túneles y eliminar al cambiaforma.
Ese era el plan.
La ciudad bajo tierra
Al entrar en los túneles ocurrió el giro inesperado.
No encontré una guarida…
Encontré una ciudad subterránea.
Allí supe que la versión oficial decía que esos seres morían a los 60 años por tuberculosis.
Una explicación cómoda.
Una mentira.
Conocí otra raza de cambiaformas, mucho más avanzada.
Se parecían más a los humanos, hablaban, razonaban, tenían generaciones.
Me explicaron la diferencia entre ellos y los primeros que había visto.
Dos razas, dos niveles de evolución
Los primitivos
Eran pálidos, sin cabello, se arrastraban en cuatro extremidades.
Imitaban al humano, pero nunca aprendieron a caminar como uno.
Repugnantes, instintivos, depredadores.
Los avanzados
Eran organizados, conscientes, capaces de diálogo.
Tenían hijos y nietos, hasta tres generaciones.
No atacaban de forma abierta.
Mientras hablábamos, noté algo inquietante:
ellos me observaban… igual que yo a ellos.
Era un cálculo mutuo de intenciones.
Rostros conocidos
Entre ellos reconocí a un ex cuñado mío.
Y a otra persona que sabía que conocía, pero no lograba ubicar.
Ahí entendí algo perturbador:
la frontera entre “ellos” y “nosotros” no es tan clara como creemos.
La orden que no cumplí
Yo había sido enviado a eliminarlos a todos.
Pero después de escucharlos, de entender que no eran una masa homogénea, que había inteligencia y estructura, no ejecuté la orden.
No vi peligro inmediato.
Vi observación, cálculo… lo mismo que yo hacía.
El sueño se rompió cuando tuve que levantarme para ir a trabajar.
Reflexión final: ¿y si no todo lo oculto es monstruo?
Desperté con una pregunta clavada:
¿Y si existen formas de vida que no encajan en nuestra definición de humanidad… pero tampoco merecen exterminio?
Este sueño no habla solo de cambiaformas.
Habla de:
lo que vive bajo la superficie
lo que la sociedad niega o demoniza
la facilidad con la que aceptamos órdenes basadas en mentiras
y el peligro de eliminar lo que no entendemos
Quizás no todo lo que imita al hombre es enemigo.
Y quizás no todo lo que se llama humano lo es realmente.
Pensamiento final
A veces el verdadero acto de valentía
no es apretar el gatillo,
sino detenerse… y escuchar.
Referencias simbólicas y culturales (para el lector curioso)
Mitos de shapeshifters en culturas indígenas
Ciudades subterráneas en tradiciones antiguas
El arquetipo del “enemigo oculto” en la psicología profunda (Jung)
Narrativas modernas sobre infiltración y deshumanización

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