El Diamante del Capitolio de Cuba: Historia del Símbolo que Marca el Kilómetro Cero

El Capitolio de La Habana es una de las construcciones más emblemáticas de Cuba, no solo por su imponente arquitectura, sino también por los misterios y curiosidades que alberga en su interior. Entre ellos, uno de los más fascinantes es un pequeño diamante de 25 quilates, que marca el kilómetro cero de las carreteras cubanas. Pero, ¿cómo llegó este precioso objeto a ocupar un lugar tan destacado en el corazón de Cuba? Su historia está rodeada de intriga y simbolismo, convirtiéndolo en uno de los tesoros más interesantes del país.

Orígenes del Diamante

El diamante que se encuentra en el Capitolio cubano tiene una procedencia tan interesante como su destino final. La joya perteneció al último zar de Rusia, Nicolás II, quien fue derrocado durante la Revolución Bolchevique en 1917. Después de la caída de la dinastía Romanov, el diamante, como muchas de las posesiones del zar, fue adquirido por un joyero en París. Se dice que más tarde llegó a manos de un importante político cubano: el general Gerardo Machado, quien gobernaba como presidente de Cuba en la década de 1920.

La Decisión de Colocarlo en el Capitolio

El Capitolio de La Habana fue construido durante el mandato de Machado, entre 1926 y 1929, con la intención de convertirse en un símbolo del progreso y la modernidad de la nación cubana. Machado, conocido por su ambición y sentido de grandeza, decidió colocar el diamante en un lugar central del edificio: justo debajo de la cúpula principal, en el Salón de los Pasos Perdidos, para señalar el kilómetro cero de todas las carreteras cubanas.

La ubicación exacta del diamante no fue un detalle al azar. Al estar colocado en el punto central del Capitolio, bajo la enorme cúpula que se asemeja a la del Panteón de París o el Capitolio de Washington D.C., el diamante simboliza el corazón de Cuba, desde donde partían todas las rutas de transporte del país.

El Misterioso Robo

El diamante no solo ha sido un símbolo de lujo y poder, sino también objeto de intriga. En marzo de 1946, el diamante fue robado en circunstancias aún envueltas en misterio. Este robo desató una oleada de investigaciones y especulaciones en la prensa cubana, dada la prominencia del objeto y su significado nacional.

Después de varios días de incertidumbre, el diamante fue devuelto anónimamente a las autoridades. Aparentemente, los ladrones decidieron devolver la joya, colocándola en una caja con un mensaje dirigido a la policía, pidiendo que fuera devuelta a su lugar en el Capitolio. A raíz de este incidente, el diamante fue protegido por una cúpula de cristal más resistente para evitar futuros robos.

El Kilómetro Cero y su Simbolismo

Hoy en día, el diamante sigue siendo uno de los elementos más enigmáticos y fotografiados del Capitolio. Ubicado en el suelo, en un pedestal de mármol, debajo de la gran cúpula, marca el kilómetro cero de la red vial cubana, un punto de referencia simbólico que representa el centro de la isla.

Además de su importancia física como marcador, el diamante ha llegado a ser un símbolo del espíritu cubano, reflejando tanto la historia turbulenta del país como la resiliencia de su gente. A lo largo de los años, se ha convertido en un ícono de la herencia cultural de Cuba, atrayendo a miles de visitantes que buscan entender el pasado y presente de la nación a través de este pequeño pero significativo objeto.

Un Legado en Piedra y Brillo

El diamante del Capitolio es mucho más que una joya; es un testimonio del poder, la historia y la cultura de Cuba. Representa un punto de partida, no solo para las carreteras del país, sino también para una era de modernización bajo el gobierno de Machado, y es un recordatorio constante de las historias ocultas que residen en los rincones más inesperados de la nación.

A medida que el Capitolio sigue siendo un símbolo de la nación cubana, el diamante que marca el kilómetro cero continuará brillando, inmortalizado en la historia como una parte integral del pasado y futuro de Cuba.