La humanidad ha buscado durante mucho tiempo formas de controlar los fenómenos naturales, pero pocas veces una tecnología tan prometedora como la del cloudbuster ha sido ignorada. Desde su descubrimiento en la década de 1950 por el controvertido científico Wilhelm Reich, esta tecnología limpia y no química para la modificación climática ha sido objeto de interés y escepticismo. A pesar de las pruebas contundentes y su potencial para ahorrar millones de dólares en desastres naturales, ha permanecido oculta al público y a las facultades académicas.
¿Qué es el Cloudbuster?
El cloudbuster es una invención que utiliza la energía orgónica, una fuerza descubierta por Reich, para restaurar el equilibrio atmosférico. Esta energía, según Reich, fluye en todas partes y puede manipularse para influir en el clima. El cloudbuster fue diseñado para disipar la energía negativa o "radiación orgónica mortal" (DOR) acumulada en la atmósfera, que provoca sequías, incendios forestales y otros desastres meteorológicos. Este dispositivo, que drena la energía estancada, ha demostrado resultados positivos en diversos experimentos, aunque sigue siendo suprimido.
¿Por qué ha sido ignorado?
A pesar de sus logros, la tecnología del cloudbuster no ha sido adoptada a gran escala. Las razones principales detrás de esta negligencia son tanto políticas como económicas. La realidad es que las soluciones tradicionales, como la siembra de nubes y los esfuerzos de lucha contra incendios, son un lucrativo negocio para muchas corporaciones y gobiernos. Estas alternativas generan ingresos significativos, mientras que el cloudbuster ofrece una solución más económica y duradera, pero menos rentable para quienes controlan estas industrias.
El gobierno australiano, por ejemplo, ha invertido millones en tecnología de siembra de nubes y desalinizadoras, ignorando las propuestas de pruebas gratuitas del cloudbuster. Documentos y cartas enviadas a ministros y funcionarios han sido desechadas, manteniendo el statu quo de tecnologías obsoletas y costosas que no resuelven los problemas de raíz.
La Conspiración del Silencio
Investigadores como James DeMeo y Trevor James Constable han demostrado la eficacia del cloudbuster en experimentos desde los años 70. Constable, pionero en la ingeniería meteorológica, ha documentado operaciones exitosas que incluyen la dispersión de smog y la generación de lluvia en áreas áridas. Sin embargo, estos avances no han sido respaldados oficialmente, y los gobiernos siguen ignorando sus propuestas.
¿Por qué el silencio? Es evidente que existe una conspiración para suprimir esta tecnología. Las entidades gubernamentales y corporaciones que se benefician de la lucha contra desastres prefieren seguir gastando millones de dólares en métodos ineficaces. El control climático podría ser accesible y barato, pero aquellos con intereses financieros en las tecnologías convencionales no están dispuestos a ceder su dominio sobre el sector.
¿Qué podemos hacer?
La información sobre el cloudbuster y la energía orgónica está disponible, pero la falta de voluntad política y la codicia siguen siendo obstáculos. Si el público en general fuera consciente del potencial de esta tecnología, podríamos ver un cambio radical en la gestión del clima. La clave está en continuar presionando a los gobiernos para que investiguen, apoyen y adopten esta tecnología. Solo así podremos prevenir desastres naturales de manera efectiva y económica, y finalmente romper con el monopolio de los intereses corporativos que prefieren mantener la crisis climática en marcha.
El cloudbuster podría haber evitado muchas de las catástrofes climáticas de la última década, pero solo si se le hubiera dado una oportunidad. ¿Será la próxima gran solución o seguirá siendo una tecnología olvidada, suprimida por aquellos que lucran con el caos? Solo el tiempo y la voluntad colectiva lo dirán.
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