En el versículo de San Lucas 4, 5-8, el pasaje describe cómo el diablo lleva a Jesús a un lugar alto y le muestra todos los reinos del mundo, diciéndole que le dará “toda esta autoridad y su gloria” si lo adora. Este acto ha sido interpretado y debatido extensamente, y plantea preguntas importantes sobre la autoridad y el dominio del diablo en el mundo.
1. ¿Son los reinos de la tierra propiedad del diablo?
El ofrecimiento de los reinos por parte del diablo a Jesús no significa necesariamente que los haya creado o que sea su propietario absoluto en un sentido divino. La teología cristiana tradicional sostiene que Dios es el creador y dueño soberano de toda la creación (Salmo 24:1: "Del Señor es la tierra y su plenitud"). Sin embargo, la Escritura también reconoce que el diablo tiene una influencia significativa en el mundo temporal, llegando a ser llamado “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31) y “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4). En este contexto, el diablo ejerce un poder derivado sobre los sistemas y estructuras de este mundo, especialmente donde hay corrupción, injusticia y maldad.
Por qué en el versículo de San Lucas 4, 5 al 8 el demonio le ofrece los reinos de la tierra a Jesús, ¿quiere decir que son de su propiedad o el los creo?
2. ¿De dónde proviene la autoridad que el diablo afirma tener?
El poder y la autoridad que el diablo reclama en este pasaje no se entienden como un dominio legítimo en el sentido en que Dios posee la creación. Más bien, su autoridad es vista como usurpada o permitida por un tiempo. En la narrativa bíblica, después de la caída de Adán y Eva, el pecado y la muerte entraron al mundo, y se cree que el diablo obtuvo cierta influencia sobre la humanidad debido a la rebelión contra Dios. Esta influencia es permitida, pero no es definitiva ni superior a la autoridad de Dios.
3. El propósito de la tentación y el rechazo de Jesús
La tentación que el diablo presenta a Jesús es significativa porque le ofrece una forma de poder y autoridad sin pasar por la cruz, que es el camino que el Padre ha establecido para Él. La respuesta de Jesús —“Adorarás al Señor tu Dios, y solo a Él servirás”— reafirma que la autoridad final pertenece a Dios y que el diablo, aunque tenga influencia, no es digno de adoración ni posee un poder absoluto. Jesús rechaza la oferta, dejando claro que la adoración y la autoridad última son de Dios.
4. ¿Qué podemos aprender de este pasaje?
Este episodio resalta la importancia de reconocer que cualquier poder o influencia que el mal ejerza en el mundo es temporal y limitado. Aunque el diablo tiene poder para tentar e influir, su autoridad está supeditada a la soberanía de Dios. El acto de tentación, en última instancia, demuestra que la verdadera autoridad y poder vienen solo de Dios, y que Jesús, como el Hijo de Dios, no necesita someterse a otro.
En conclusión, el ofrecimiento del diablo no indica que él sea el creador o el legítimo dueño de los reinos del mundo. Es más bien un intento de usurpar la autoridad de Dios y tentar a Jesús con una alternativa de poder sin obediencia. Este pasaje subraya la idea de que, aunque el mal tenga presencia en el mundo, el poder absoluto y la verdadera autoridad pertenecen solo a Dios.
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